Queridos ciudadanos:
Me llamo Carlos Rubio Recio, tengo 26
años, estoy en el paro, vivo con mis padres, y practico el activismo
pasivo. Sé que esto último puede sonar un poco raro, lamentablemente, lo
otro suena bastante normal, pero me parece la mejor manera de definir
mi “estado actual”.
Llevo meses colgando videos, enlaces a
noticias, montajes de fotos y viñetas gráficas, en mi muro de Facebook,
criticando las últimas medidas que esta tomando el gobierno, y sobre
todo, su enorme soberbia al hacerlo. Pero hace un mes que no voy a una
manifestación. Esta semana no fui a recibir a los mineros, y ayer no fui
a las distintas concentraciones que hubo en Madrid. Ahí esta el
problema.
Es cierto que puedo, que debo compartir
en mi muro la foto de los mineros manifestándose, pero si no voy a
recibirles cuando llegan a Madrid, no sirve de nada. El día que los
mineros llegaron al kilometro cero, después de haber recorrido
cuatrocientos durante veinte días de marcha, yo no fui capaz de salir de
mi casa, pagar el “módico” precio de un billete combinado, y plantarme
en la Puerta del Sol para recibirlos. Me dio pereza. Así, con todas las
letras.
Vivimos tiempos difíciles, no hay día que
no haya, que no nos den, un motivo para quejarnos, y con razón. Esta
semana, que ha sido especialmente intensa, he visto como mi muro de
Facebook se saturaba de mensajes y videos de mis amigos, compartiendo su
indignación por todo lo que está pasando. Sé que muchos de ellos, no
solo cuelgan videos de las manifestaciones, sino que también asisten a
ellas. Son gente coherente. Activistas activos. Pero también sé que
muchos de mis contactos, pese a estar profundamente indignados, y
hacérmelo saber a través de sus publicaciones, no salen a la calle a
manifestarse. Son en definitiva, activistas pasivos. Como yo. Nosotros
somos los indignados favoritos de los políticos. Nos quejamos, sí, pero
no molestamos demasiado.
Porque la verdad es que a los políticos
les da igual que hagamos ingeniosos montajes con sus fotos, que
colguemos videos haciendo repaso de sus viejas promesas, o que
comentemos en foros todo lo que creemos que están haciendo mal. Sí, esta
claro que les incomoda que la información circule más libremente de lo
que a ellos les gustaría, pero en realidad lo que más les molesta son
las manifestaciones, las grandes concentraciones, que los ciudadanos
llenen “sus” calles. Y me temo que yo, en este sentido, soy un ciudadano
muy poco molesto.
Me he acomodado, me he conformado con “compartir” mi
descontento, sin hacer nada más. Y eso es algo que los que gobiernan
este país no se merecen. Creo que se merecen mucho más por mi parte.
Ellos se están esforzando al máximo para sacarme de casa, para que me de
un poco el aire, y yo sigo sin corresponderles adecuadamente. Y creo
que se han ganado a pulso mi metro noventa haciendo sombra en la calle, y
que mi voz, unida a muchas otras, les taladre los oídos a base de bien.
No se merecen menos. Y en este punto, reconozco que tengo que hacer un
esfuerzo por no perder las formas, porque sé que si las pierdo, el
mensaje se desvirtúa, o al menos, eso es lo que me enseñaron en el
instituto público donde estudié. También, algo que he aprendido a lo
largo de los años, y que la historia se ha obstinado en demostrar una y
otra vez, es que los políticos, los que gobiernan, la inmensa mayoría,
siempre han sido muy duros de oído, y muy ciegos. Hay que decirles las
cosas muchas veces y muy alto, para que te oigan. Hay que llenar mucho
las calles, para que reconozcan que están llenas.
Y como ya os digo, si, puedo twittear, o
compartir un bonito eslogan, una frase que en pocas palabras exprese lo
que siento, pero si luego no lo escribo en una pancarta y salgo a la
plaza, no sirve de nada. O bueno, tal vez sí, tal vez sirva para que
otra persona lo lea por internet, y decida ponerlo en su pancarta, o en
su camiseta, o corearlo en la manifestación, y que esa persona, que no
soy yo, pero que se manifiesta por mí, le saque partido mientras yo me
quedo en casa, tal vez compartiendo más tarde en mi muro la foto de ése
manifestante, con ésa pancarta, con ésa cara que no es la mía.
Así pues, he decidido que si bien es
importante compartir, comentar, difundir por internet mis
preocupaciones, y los motivos de mi indignación, esto solo puede ser
concebido como una actividad completaría, pero en ningún caso
sustitutiva de nada.
Esto es, debo salir a la calle a
manifestarme. No me gustan las aglomeraciones, me intimida sobremanera
la policía, más si va a caballo, y todavía más si dispara pelotas de
goma, pero debo hacerlo. Aunque solo sea para tener el derecho de
quejarme, y que el pataleo que me cojo a diario no se quede en casa.
Soy un activista pasivo, y quiero dejar
de serlo. Quizá tú, que ahora me estás leyendo, también lo seas, así que
piénsatelo, porque quizá tú también quieras dejar de serlo.
Por último, queridos ciudadanos, solo me
queda agradecer vuestra atención y, por favor, disculpadme si esta carta
se os ha hecho demasiado aburrida, demasiado larga, o demasiado
intranscendente, pero es que a veces, la mejor manera de hablar con uno
mismo, es escribir para otros.
Un cordial saludo:
Carlos Rubio Recio.
P.D. Si os ha gustado esta carta, podéis compartirla en vuestro muro, o no.
fuente: http://carlosrubiorecio.wordpress.com/2012/07/14/activismo-pasivo/
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