El hombre nace, crece, se reproduce y es el “único” responsable de sus actos ante el resto de los seres humanos hasta el día en que muere, momento en que tan solo Dios pasa a tener derecho a juzgarle. Esa es la ley lógica y natural para todos, excepto para la Administración de Hacienda que se arroga el derecho a juzgarle incluso después de muerto, responsabilizando a sus familiares por los delitos que haya cometido contra ella, e incluso en ocasiones de los errores y abusos que ella haya cometido y contra los que el difunto ya no está en condiciones de defenderse. Yo tenía un amigo que se divorció pero cada mes le pasaba una pensión a su mujer y al cabo de unos años Hacienda le embargó exigiéndole una deuda millonaria, aumentada por descomunales intereses, alegando que no existía “Sentencia Judicial” que avalara el pago una pensión que había sido estipulada de común acuerdo mediante un convenio regulador. Y lo más amargo del caso es que sí existía “Sentencia Judicial” pero el funcionario que decidió multarle ni siquiera se había molestado en solicitarla. Mi amigo se gasto cuanto le quedaba en recursos que nadie atendió, vivió un infierno sin tener derecho a disponer de una cuenta corriente o trabajar, acabó suicidándose, y la maldita Agencia Tributaria aun acosa a sus hijos pretendiendo cobrar la supuesta deuda. Cuando hemos llegado a unos extremos en los que una administración que utiliza luego ese dinero en subvencionar a los banqueros considera que está por encima de las leyes de la naturaleza ha llegado el momento de buscar otro tipo de administración.
Fuente: Alberto Vázquez Figueroa
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