Confieso que el caso Armstrong me tiene sorprendido. Vaya por delante que mi afición al ciclismo es intermitente y gregaria, como corresponde al seguidor de un deporte durísimo, en el que los competidores se rompen el alma al mismo tiempo que las piernas. O sea que, en general, sólo me he enganchado en torno a las grandes figuras. En mi infancia muy temprana y pese al patriotismo medioambiental, fui partidario de Anquetil frente a nuestro Bahamontes. Después, fui muy partidario de Eddie Merckx, cuya retirada puso de luto mi gregarismo. Tanto, que el esplendor de Hinault, otro gran ciclista, no consiguió engancharme. Después a comienzo de la década de los 90, fui de Induráin, naturalmente. Y en este siglo, de Lance Armstrong, cuyos siete tours seguí uno a uno con toda la admiración de que era capaz.
Armstrong merece una sanción moral, una descalificación pública, pero borrarle del palmarés tiene un problema: que la UCI no puede correr el turno y adjudicarle esos siete tours a quienes quedaron en segundo lugar, unos deportistas ejemplres que fueron privados de su legítimo triunfo por culpa de un tramposo. Esta información de El Paísexplica el asunto:
Los años negros, simbolizados en Armstrong, el que más Tours había ganado, son los que sacaron a la luz el caso Festina (1998), la Operación Puerto (2006), las investigaciones italianas sobre los médicos del ciclismo (Michele Ferrari sobre todos)y los testimonios de los ciclistas a la USADA (2012). Justamente todos aquellos cuyo historial se habría enriquecido con los despojos del tejano (Ullrich, que habría pasado a ganar cuatro Tours; Basso, Beloki, Zülle, Klöden…) estaban implicados en un caso u otro aun sin dar positivo en ningún control.
Fiat justitia et pereat mundus? Pues no sé qué decir, pero llevemos el asunto hasta sus últimas consecuencias deportivas. ¿Metió Maradona algún gol bajo el efecto de sustancias dopantes? Bajemos a la vida cotidiana, son necesidad de psicotrópicos: ¿Por qué la liga de fútbol debe ignorar la verdad y la justicia por errores arbitrales? Todos hemos visto goles que no fueron, penalties que no fueron y se pitaron y viceversa. Todo eso lo sabemos dos minutos después de que el árbitro se equivocara. ¿Por qué no corregir in situ la injusticia y unos supertacañones anuncian por la megafonía del estadio que el gol que el árbitro ha dado por bueno ha sido cometido en posición antirreglamentaria y, por tanto, el marcador vuelve a su posición anterior?
fuente: http://santiagonzalez.wordpress.com/
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